Multitudes, sordera e impotencia: la otra cara del ajuste y la represión de Cambiemos

En el marco de la represión hacia los docentes, adjuntamos estas Notas de Coyuntura elaboradas por Claudio Lozano y Tomás Raffo. En la caracterización de la etapa, los autores toman los criterios de «multitudes» (en más pero también en menos), en la que analizan las marchas de marzo y abril, la «sordera» y un velado cinismo, que hace referencia a la sordera que se esconde tras el llamado constante al diálogo y la «impotencia», donde se caracteriza el proceso de represión incipiente que el gobierno ha decidido encarar.
Extractos del Análisis:

MULTITUDES (en más pero también en menos)

Marzo y lo que va de Abril nos muestran un verdadero festival de multitudes que protagonizan cuanta protesta social se dirija contra el actual gobierno. Desde las multitudinarias marchas de los docentes y estatales (del 6/3), las de la continuidad del conflicto docente (del 22/3 y del 5/4), la Marcha de las Mujeres (8/3), la Marcha de la Memoria (24/3) y la Jornada de Protesta de las dos CTA (el 30/03). Todas ellas tuvieron un exceso, ya sea de convocatoria en organizaciones no habituadas en los últimos años a semejante nivel de adhesión. Se trata de una multitud en más, en tanto exceso respecto de lo que la gobernabilidad actual le puede ofrecer.

Sin embargo, no sólo hay una multitud en más disconforme con el rumbo del Gobierno dispuesta a expresarse en cuanta manifestación se la convoque, sino que aparece también una multitud contraria, dispuesta a apoyar al gobierno también en las calles. Se trata de una multitud en menos respecto de la otra, tanto porque claramente sólo se expresaron una sola vez (el 1/4) como también en cantidad de adherentes. En menos también respecto de sus reclamos, puesto que no reclaman nada que no sea apoyar al Gobierno en lo que haga. Quizás en más respecto de una sola demanda: mayor represión y mano dura respecto de la multitud anterior.

SORDERA (y un velado cinismo)

El Gobierno pretende hacer gala de un supuesto afán dialoguista, que para su mentor (Macri), comportaría un verdadero cambio de valores respecto a la experiencia anterior (Cristina Kirchner). Sin embargo, detrás de este llamado al diálogo se esconde su negación, a saber: la sordera. Una sordera que en el marco del llamado compulsivo al diálogo, no puede caracterizarse sino como un diálogo de sordos, en tanto el diálogo supone la capacidad de cambiar y modificar la postura propia (de quien pide diálogo) a partir de la apertura hacia el planteo/demanda del otro, que un sordo como tal está incapacitado de hacerlo puesto que no puede abrirse verdaderamente al diálogo. Así el llamado al diálogo de sordos en la práctica produce el mismo efecto que la ausencia de diálogo, hermanando así la gestión actual, por sus efectos (y no por sus formas), con la gestión anterior.

Esta hermandad por los efectos, del Macrismo con el Kirchnerismo, se observa en la continuidad de lo que produce la política del diálogo de sordos, que es también la negación de un rasgo del que hasta hace poco hacía gala el gobierno de Macri, a saber: su flexibilidad. Una flexibilidad enmarcada desde el inicio de su gestión en aplicar un ajuste gradual, pero ajuste al fin, contrario a las demandas de shocks que le demandaban los sectores más concentrados de la sociedad. Flexibilidad que se expresó en las diversas marchas atrás en las iniciativas más cuestionadas de su decisión de gobierno (entre las que destacan la marcha atrás en los tarifazos, en los escándalos del Correo y de Avianca). Incluso marcha atrás que se expresó en la paritaria salarial del año anterior, donde el gobierno, calcando una lógica del gobierno pasado, planteó una paritaria del 25%, pero que en la práctica avaló que importantes gremios superaran este techo no dicho, cerrando en promedio en el 35%, mientras la inflación garantizaba una caída del 7% promedio (ya que la tasa de inflación fue del orden del 42%). Esta flexibilidad hoy negada en el plano salarial y ejemplificada con el largo conflicto docente, nos muestra un gobierno inflexible, dispuesto a asumir los costos de no modificar su planteo.

IMPOTENCIA

Una multitud en acción y un Gobierno de sordos no produce otra cosa que un mantenimiento y profundización del conflicto, muestra cabal de la impotencia del gobierno para garantizar la reproducción social con dosis suficiente de consenso y legitimidad. Esta impotencia del Gobierno alimenta vastos fantasmas, uno de los cuales queremos destacar: es el de la destitución del Gobierno. Al igual que la experiencia anterior, el Gobierno de Macri lee las protestas en clave destituyente, como si toda manifestación en contra del Gobierno debiera estar prohibida. Curiosa aspiración de los gobiernos democráticos que exigen una cláusula propia de lo que garantizan los gobiernos de factos, y si no se cumple, se acusa de golpistas a aquellos que la protagonizan. Muestrario de lo que nuestra democracia de bajísima intensidad es capaz de tolerar.

Queremos resaltar que se trata de un fantasma rigurosamente lógico en la construcción social que lleva a cabo el Gobierno. En efecto, se trata de una lógica, porque dada las multitudes y la política de sordos expuestas, ello inexorablemente conduce a una sola política, a saber: la represión. Así el fantasma de la “destitución” se le aparece al gobierno como anticipación de la deriva a donde lo lleva inexorablemente la lógica que apuesta transitar. Así la represión deviene como una verdadera carta forzada para la lógica del Gobierno. Se trata de una represión necesaria para que la política de ajuste no se conmueva frente a las masivas movilizaciones sociales. Se trata de una represión necesaria pero temida, ya no solo por los manifestantes, sino incluso por el propio Gobierno.